
Me levanté de prisa pensando que podría ser demasiado tarde, pero al ver el reloj, me di cuenta de que era exactamente la misma hora de ayer, y de antier, y de todos los días...
Pero la que se levantó hoy no es la misma de siempre. Cada día soy una diferente, y la de hoy es menos densa que ayer.
Y ahora que me pongo a reflexionar sobre mis sueños de la noche anterior, recuerdo que ahí estaba ella, nuevamente como intrusa, pero esta vez al saber yo lo que iba a ocurrir, tenía la oportunidad de hacer las cosas bien. Y así lo hice: cerré bien las puertas, aseguré bien todo, protegí lo que es mio, y lo que es de quien amo. Y sobre todo, pude verla a los ojos y reclamarle por todo lo que pasó.
No sabía que por lo que pasara en un sueño también podías desahogarte. Y tengo una sensación de que ella también lo soñó. Ahora, por extraño que parezca, tengo la certeza de lo que nos hizo le pesa en su alma, y que le pesará por siempre, y si es así, al menos la deuda moral, queda saldada.