junio 05, 2011

Manual de superviviencia a una ruptura.

Cambiar rutina, cambiar de lado la cama, incluso las sábanas o edredones, hacer actividades nuevas, escuchar música nueva, comprarte ropa nueva, peinarte diferente, un corte nuevo, tinte nuevo, el caso es que es como si te fueras de vacaciones de la vida que llevabas con él.

Porque yo ahorita, si me acuesto en la cama de siempre, me atacará el recuerdo de cuando hablábamos y hablábamos hasta quedarnos dormidos; y el de todas las veces que nos desvelamos oyendo música y platicando, de las confidencias y confesiones que nos hicimos.

Si me conecto al messenger, me atacará el recuerdo de sus particulares saludos. Me ponía caritas: :O o unos monitos picándose el ojo.

Cada que ponía la cámara y le decía que no quería porque me veía fea SIEMPRE SIEMPRE me decía: si lo que quieres es que te diga que estás linda, pues te lo diré: estás linda.

Y nos poníamos apodos: nene, bonita, corazón, y el último: cara de ganso... decía que le gustaba que le dijera como le dijera, no sé si ese último le gustaba, pero una vez lo hizo mucho reir.

Yo adoraba hacerlo reir, y que él me hiciera reir. Creo que si en algo eramos expertos, era en provocarnos alguna que otra carcajada. Con su muy particular sentido del humor, súmamente parecido al mio, haciamos una comedia diferente, a veces incomprendida.

Nos contábamos nuestras cosas y nos burlábamos de los problemas, como si nada importara. Y para mi, nada importaba si estaba hablando con él.

Yo, amando la música, y él enseñándome de grupos, y de tantas y tantas cosas. Siempre, a diario se daba un tiempo para mi. Para enseñarme. Le gustaba eso, creo yo, que su pasión fuera también la mia. Siempre teníamos cosas interesantes que decirnos.

Él era alguien a quien yo admiraba, y al mismo tiempo alguien que creía en mi.

Cambiaré las canciones de mi reproductor. Cambiaré de estación, pues hay muchos temas y grupos que conocí por él. Cada lugar que acostumbro tiene un recuerdo de él... y eso que nunca nos vimos.

Él es el extraño al que mejor conozco, y al que más he querido. Pero pronto se llegaría el día en que por fin nos conoceríamos. Tal vez el miedo a que tras el encuentro cambiaran los sentimientos o la percepción del otro fue lo que me (nos) hizo actuar como en estos días. Tal vez el miedo nos traicionó haciendo que dijeramos, interpretaramos y sintieramos como no debíamos. Cabe mencionar que ahora seguiremos siendo un par de desconocidos.

No sé si tenga sentido buscar respuestas. Lo que importa hoy es sobrevivir. Yo hice lo posible por mostrar mi cariño y que dejo la puerta abierta, pero no es mi destino esperar por alguien, no pienso ver cómo se me escapa la vida en ello.

Por lo tanto, no sé si esta historia continuará. Lo que sí, es que mi manual es súmamente útil y en casos de emergencia. Coman sano, cocinen un platillo rico, hagan limpieza exahustiva, aprendan una nueva disciplina, aplíquense en aspectos que tenían descuidados.

Cuando menos lo esperemos, ella o él ya no estarán fijados a cada pensamiento, y podreos regresar a la normalidad, o tal vez les venga bien esa nueva vida que se nos inventamos.