marzo 22, 2009

La pandilla salvadora




A pesar de que crecemos y nos damos cuenta de que nuestros papás no son los superhéroes que pensábamos sino sólo dos humanos más, llenos de defectos y errores, no puedo negar que en muchas ocasiones mi padre realmente se esforzó por que a pesar de todo mi hermano y yo tuviéramos una infancia feliz.

Tenía yo aproximadamente 8 años, cuando llegó la primer cámara de video a la familia. Mi padre siempre había sido una persona muy creativa, así que juntó a toda la generación de primos de más o menos mi edad, y nos propuso grabar una película.

Nos llamábamos "La pandilla salvadora", y éramos un grupo de niños que habíamos nacido con poderes especiales, y que teníamos un cuartel secreto para combatir la maldad en el mundo. En cuanto sonaba una señal, interrumpíamos lo que estuviéramos haciéndo y con solo dar tres vueltas y tronar los dedos, nos "teletransportábamos" hacia ese cuartel para averiguar lo que estuviera ocurriendo y ponernos de acuerdo para acabar con los maleantes. Mi personaje era una niña estudiosa que tocaba el piano (tal y como era yo en ese entonces).

La película finalmente no duró más de unas cuantas escenas, pero era reálmente mágico ver en la pantalla como, tras un sencillísimo truco, desaparecíamos de pronto y reaparecíamos en la sala de mis abuelos, o en un castillito en ruinas en Velardeña, Dgo. Es uno de los mejores momentos de mi infancia, y hoy que lo recordé, lo puse en una balanza contra todo lo malo y definitivamente he decidido ponerlo con el peso suficiente como para inclinarla hacia el lado que dice "felicidad".

=D

¿cuál fue el momento más feliz de tu infancia?

marzo 16, 2009

Cerca,

Ibamos en camino a nuestro compromiso con unos minutos de retraso, pero sabíamos perfectamente dónde era el lugar en el que teníamos que trabajar. Es por eso que el conductor de la camioneta no dudó en dar vuelta en esa esquina y dirigirse directamente hacia la casa, y a muy alta velocidad. Pero ahí estaban ellos, en la entrada, por la parte de afuera, ignorantes de nuestra identidad. Ellos tan solo vieron una camioneta que se acercaba directo hacia ellos a toda velocidad. Por eso no dudaron en desenfundar la pistola y cortar cartucho, y dirigir el arma hacia nuestro vehículo. El conductor, ajeno por completo como suele ser su costumbre y rayando casi en la imprudencia, no se inmutó y siguió avanzando hasta emparejarse con las personas de la entrada, quienes eran el dueño de la casa y aparentemente uno de los guardaespaldas.

- "Venimos a trabajar en la fiesta"
- ¿Qué fiesta?

La pregunta nos dejó un poco más helados de lo que ya estabamos. Bastaba con que el interlocutor no creyera la única y verdadera explicación del porque estabamos ahí, para que presionara el gatillo. El silencio de tres segundos después de dicha pregunta nos pareció una eternidad, hasta que el mismo sujeto dijo:

- Ah, la reunión, si, pásenle...

Al final de la fiesta, entre risas, el dueño de la casa se disculpó por el recibimiento, diciendo"esque ahorita está cabrón", seguido de otras frases que nos hicieron reir más por los nervios que por otra cosa, que enunciaban "dos pasos más y si les tirabamos" o "nomás porque vimos que venían mujeres a bordo".

En ese momento, aunque estaba asustada, no supe lo cerca que estuvimos de morir. Fue hasta que estuvimos en casa de la mamá de uno de nosotros pues nos contó que ella había tenido una amistad con el dueño de esa casa y que tuvo que alejarse de él por el peligro en el que constantemente se encontraban...